La movilización de activos comunitarios describe cómo la Fundación Interamericana ayuda a sus socios donatarios a identificar, asegurar y acceder a recursos locales o nacionales para atender las necesidades de desarrollo de las comunidades que apoyan. Este enfoque amplía y multiplica los beneficios del financiamiento de la Fundación Interamericana (Inter-American Foundation, IAF) al permitirle a los socios financiar pequeñas organizaciones comunitarias, en el proceso de empoderarlos para controlar su propio proceso de desarrollo al definir y trabajar por el logro de sus propias metas y disminuir su dependencia del financiamiento externo. Esta mayor dependencia en sí mismos, a su vez, fomenta la participación cívica y alienta a las organizaciones a establecer redes dentro y fuera de sus comunidades: un espíritu de solidaridad que fue particularmente evidente en la respuesta a los recientes terremotos que afectaron los estados Oaxaca, Puebla, Morelos y Estado de México.
Desde el 2001, la IAF ha entregado un estimado de 83 subvenciones por un total de más de 24 millones de dólares para proyectos de movilización de activos comunitarios en 18 países de Latinoamérica. Los proyectos han beneficiado a cerca de 1.700 organizaciones y 765.000 personas. Donatarios y otros socios comunitarios han emparejado el financiamiento de la IAF para totalizar más de 70 millones de dólares.
Un socio donatario con el cual la IAF ha empleado con éxito la movilización de activos comunitarios es el Fondo Acción Solidaria (FASOL), un fondo social en México enfocado en el ambiente al que la IAF apoya desde el 2012. FASOL promueve una sociedad justa, equitativa y participativa y fomenta el desarrollo sostenible mediante la conservación de activos naturales, culturales y sociales.
FASOL presta apoyo financiero y organizativo a organizaciones de base incipientes, para de esa manera actuar como un recurso comunitario y entregar activos a una red más amplia de grupos y organizaciones. La directora ejecutiva de FASOL, Artemisa Castro Félix, apunta que hacer accesibles estos activos estimula un desarrollo liderado por la comunidad sostenible y responsable.
“Para que el desarrollo sea realmente sostenible en todos los sentidos, tiene que venir de decisiones de organizaciones de base incipientes en las cuales las comunidades participen activamente en la toma de decisiones”, señala Castro. “Las propias comunidades saben qué necesitan y cuándo están por debajo de las expectativas”.
FASOL cuenta con una red de mentores que trabajan con sus socios comunitarios y conduce talleres a lo largo del país sobre temas que van desde la protección de los derechos ambientales hasta la construcción de alianzas estratégicas y la promoción de la filantropía dentro de las propias comunidades. Muchas de las comunidades que participan son pequeñas organizaciones de base incipientes a las que la IAF le cuesta acceder y financiar de manera independiente. Sin embargo, al movilizar recursos a través de fondos sociales asociados como FASOL, la IAF puede ayudar a estas pequeñas organizaciones a identificar las necesidades de desarrollo locales y acceder a la asistencia que tanto se necesita.
“Los proyectos con los que ayudamos son realmente pequeños, pero catalizan un crecimiento explosivo de procesos locales en los que el financiamiento es realmente necesitado”, explicó Castro. Luego del reciente terremoto, FASOL ayudó a una organización de base emergente en Ixtepec, Oaxaca, una localidad que sufrió daños considerables. El grupo organizó a la comunidad a través de la acción ancestral del tequio, una manera de “devolver” (reciprocidad) al estilo mexicano. Las familias coordinaron esfuerzos para reconstruir hogares de manera colectiva, y el enfoque generó tanto desarrollo de capacidades como desarrollo.
Además de ayudar a sus donatarios locales a movilizar miles de dólares por sí solos, el mismo FASOL es ayudado por socios mexicanos como la Fundación Tichi Muñoz y el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza.
Uno de los objetivos de FASOL es fortalecer la movilización proactiva de activos comunitarios, que mejora la propiedad local de los esfuerzos de desarrollo. “FASOL busca formas de desarrollar las capacidades de las organizaciones de base incipientes, para que sean responsables de su propio destino en lugar de esperar a que el gobierno u otra institución les continúe entregando fondos”, dice Castro.
Finalmente, Castro apunta que un subproducto particularmente prometedor de la propiedad comunitaria del proceso de desarrollo se da cuando sus organizaciones donatarias empiezan a crear redes entre ellas para atender problemas comunes: una movilización de empoderamiento de las bases que Castro ve como una manifestación de movilización de activos comunitarios.
“Para FASOL», concluye Castro, «este es el verdadero éxito».
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